jueves, 4 de agosto de 2016

Correción del texto 4: Napoleons Feldbett (1h)

Correción del texto 4:

La cama de campaña de Napoleón
Para ser exactos la historia empieza con el hecho de que no podía encontrar ningún inicio. Estaba sentado en el escritorio y cavilaba, caminaba por las calles, de nuevo empezaba a fumar cigarros con la esperenza, envuelto en humo así en el humo, se me occuriría el inicio verdadero y en absoluto necesario para mi historia. No servía para nada, no empezaba a escribir, esa frase decisiva no me quería llegar por ningún motivo. Por la noche miraba desde la ventana y observaba a una mujer en la casa de enfrente que allí se había mudado recientemente y que recibía sus visitas de hombres en el departamento bien luminoso. También intenté escribir sobre esto: un hombre que observa a una mujer de cual supone que sabía que él la observa. Pero después de pocas páginas abandoné el trabajo de nuevo. Me fui a un balneario en el Mar del Norte y caminé por la playa durante la tormenta del abril, la cabeza rellena con el fragor del embate de las olas, el chillar de las gavillotas y las quejas del dueño del hotel cuyo único cliente era yo. Después de cuatro días huí de nuevo a mi escritorio. Me había comprado un progama de ajedrez y jugué la prórroga los partidos del campionato mundial pasado de Kasparow. Al cuarto día – todavía no había pasado de jugar las jugadas de apertura de la primera partida – por la tarde soño el teléfono. El redactor de una revista me preguntó si no tenía ganas de escribir sobre la papa: Connexión de Perú-Prusia. La papa y la mentalidad alemana. Y por supuesto sobre aficiones personales de la papa. Recetas. Se rió. Se interesa por historias de la vida cotidiana. Entre once y doce páginas, en este caso puede divagar.

Dije que por el momento estaba profundizado en otro trabajo y por esto no tenía ningún tiempo. En realidad estaba cavilando sobre una variante de ajedrez que llevaba el nombre extraño de “der Baum”. Después de la llamada intenté de nuevo concentrarme en la partida, pero me puse a pensar en mi tío. Es que este tío llamado Heinz sabía distinguir a tipos de patatas e incluso también cuando ya estaban cocinadas o fritas. Al morir después de días sin hablar había dicho algo extraño: árbol rojo. Nadie sabía lo que podría haber pensado  con esto. Mi madre sospechó que era un tipo de patatas. 

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